- ¿Cómo es eso de la retirada?
- Es que tengo baile en Córdoba jueves, viernes, sábado y domingo, y no puedo dejar a los cordobeses. Además uno ya está un poquito mayor, viste...
- Vamos Mona...
- El 11 de enero cumplo 60 años, el 15 de diciembre largo el disco 81, hice 14 mil shows, voy a abrir un museo con más de 7 mil trajes y 3 mil botas que usé durante 43 años de carrera... y la Mona sigue a full, pero reventado (risas).
- Igual no significa que te jubilás...
- ¡Ni ahí! Me van a bajar con las patas para adelante. Voy a seguir dando tres shows en Córdoba y por ahí haré un viajecito...
- Contemplás excepciones...
- Qué se yo... Tal vez en unos años termine yendo otra vez, voy a parecer Los Chalchaleros (risas).
- ¿Cuesta tomar la decisión?
- Sí, porque amo a toda esta gente que me ha dado mucha bola durante tantos años. Y es una de llorar cada despedida...
- Cerrás en Buenos Aires, pero nunca fue tu meca...
- Ojo que también me aman en Buenos Aires, pero no me interesó porque se vive otro ritmo. Si me hubiera quedado tal vez me hubiera pasado lo mismo que a mi amigo Rodrigo, que hacía 8 bailes por noche, terrible... Preferí ganar menos y estar seguro...
- Rodrigo te hizo sombra...
- Fue el único que me hizo sombra, el único que andaba muy bien en Buenos Aires. Claro que yo había decidido quedarme en Córdoba, pero tarde o temprano la iba a ganar, porque era joven, pintudo.... y yo...
- ¿Siempre quisiste ser cantante?
- Cuando tenía unos 16 años me enamoré de la prostituta más grande que había en Córdoba, la más cara. Yo ya estaba en el grupo de Berna Bevilacqua, pero estudiaba para piloto civil y pasaba todos los días por donde ella trabajaba. Tenía 30 años, era bailarina del cuarteto Leo. Un día fue a mi baile y me vio cantar. Al otro día cuando pasé, me silbó. "Vení", me llamó, me felicitó y me invitó a cenar. "¿Te animás?", me dijo. "Claro", le contesté, no iba a quedar como un cag... Después pasó lo que tenía que pasar... Llegué a mi casa como a las 2 de la tarde del otro día.
- ¿Fue tu debut?
- ¡No! En el grupo, Berna -que tocaba el piano- era un chico inválido, Daniel Franco tenía 12 años, el Toto, bajista, tenía 8. El violinista 19, pero era muy serio. El atractivo era yo...
- Y el atorrante...
- (Risas) En los bailes las chicas mayores me buscaban y nos escondíamos en los baños, y ahí...
- ¿Y qué pasó con aquella mujer?
- Empezó a ir a mis bailes con más de 100 minas y nos seguían 600 tipos, un éxito rotundo. Pero después tuve problemas, porque salí con otra chica y ligué un par de tiros. También me metí con otra que venía de Holanda, era ladrona... Estaba con ella cuando me dieron un botellazo en la cabeza en un partido de fútbol. Quedé cinco meses en coma y la chichí se fue a Estados Unidos...
- Más que mona sos un gato con 7 vidas...
- La verdad, pero conocí a Juana, que me salvó de todo ese mundillo de la noche. Después apareció una hija extramatrimonial y nos tuvimos que divorciar, pero somos más amigos que antes.
- Balance positivo. ¿Alguna deuda pendiente?
- Lo único que me queda es que me llamen de Los Angeles y me digan "Mona, te ganaste un Grammy". Sería lo máximo. Y sé que se me va a dar, porque soy un trabajador de pu... madre. Cuando era pibe, mi mamá me decía "No quisiera verte en los bodegones tomando vino". "No mami, ahora estoy por el sánguche y la Coca, pero voy a ser profesional", decía yo. Era mi meta. Ahora mi mamá es mi hincha número uno.
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