“A Gloria la conocí en un velorio”, fue el romántico recuerdo del primer encuentro del Doctor Bilardo con su mujer. Y no tardaron mucho en cambiar el negro luto por el blanco felicidad. Si bien pasó por una decisión del corazón, la idea de casarse pareció también una indicación táctica: “Hacía dos años que no perdíamos de locales –estaba en Estudiantes- y jugábamos contra River. Entonces Zubeldía nos dijo a todos los del plantel que teníamos que casarnos el lunes o el martes, o esperar hasta el próximo año para hacerlo”. Así fue que Bilardo obedeció y dejó la casaca de los solteros.
Pero como reza ese axioma del planeta fútbol los pases no se cierran hasta que no se firma todo, el “narigón” casi da marcha atrás. “Estábamos en el Registro Civil y yo le decía Gloria ¿si nos casamos el año que viene?”, amagaba con renunciar al anillo el Doctor. Cansada de esperar, la jueza de Paz dio el ultimátum: “¿Se van a casar o me voy?”, gritó. “Bueno, venimos el año que viene”, contestó dichoso Bilardo como esos jugadores que después de pegar una dura patada se van solos sin esperar la tarjeta roja del árbitro. “Pero me agarraron Manera y Poletti –los testigos- y me llevaron para adentro”, se resignó.
Gentileza http://carlosbilardo.blogspot.com
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